domingo, 23 de diciembre de 2012

LAS "CATEGORIAS", RÉGIMEN ESTATUTARIO...PARTE II

Hace ya bastante que me hipersensibilicé a la parcialidad de la prensa nacional, independientemente de su versión. Primero buscas noticias, luego te sensibilizas al darte cuenta de la parcialidad de los medios y por último te hipersensibilizas cuando en un ejercicio combinado de derrotismo y cinismo das por descontada la parcialidad y su inevitabilidad y acudes al medio no ya prevenido y con intención de filtrar, sino buscando precisamente que se enfoque la información a la manera que te gusta. Por eso mi lectura de prensa o visionado de telediarios no son para mi sino fuentes de argumentario de refuerzo de mis opiniones; cuando quiero enterarme de lo que pasa, voy directamente a las fuentes de las noticias, a las Agencias que las sirven a los medios. Suelen ser más escuetas sus referencias, pero uno cree que no es por que den menos contenidos sino porque no contienen orientaciones. Por supuesto eso no quiere decir que no publiquen opiniones o análisis acerca de las noticias o incluso dentro de los artículos que las relatan, pero son de tipo "mecánico", y no ideológico, o perderían medios suscriptores. Leo hoy en mi preferida, REUTERS, unas páginas de este tipo, con más analisis que objeto analizado, cuando relatan la posición de Rajoy en el marco europeo, reseñando que por prudencia prefiere recortar en lugar de acudir a rescates y asumir que los recortes los haga otro. No se si es seguro afirmar que la ciudadanía lo entiende, ya que lo que se ve son recortes sin rescates, o sea sin la presencia visible de la retribución del esfuerzo. Esta situación es la resultante del equilibrio inestable entre dos fuerzas, y permítaseme anunciar que me importa un bledo el soporte que cada una tenga entre lectores: los esfuerzos pedidos se soportan en función de una capacidad determinada y global de la ciudadanía de resistir, capacidad que aumenta al ver que el esfuerzo genera ayudas rescatadoras muy aliviadoras del presente y disminuye en caso contrario, si bien que esa disminución de bienestar visible puede no suponer pérdida de apoyo ciudadano si se puede demostrar que la petición de rescate implicaría de inmediato sacrificios nuevos y además impuestos desde fuera. Por tanto, el límite de la actuación reluctante a las ayudas o rescates es que las medidas que aparejen sean (o se perciban, tanto da) peores que las que pudieron ejecutar los reguladores internos para evitarlos. En Reuters se escribe hoy que el Presidente es moderado y es posible aún que no pida rescates por que está convencido de que el coste de los mismos no sea mayor que el de las medidas que hoy por hoy asume voluntariamente, pudiendo enarbolar la bandera de la no cesión de soberanía. Pero también esa política tiene un límite: el del Órden Público, que garantiza que esas reglas que de común nos damos se aplican a todos los que se benefician de la convivencia pacífica, aún si no están de acuerdo con su contenido, lo que supone previamente, en general, un ejercicio de exhibición de la capacidad del Poder para impone al órdenes. Si no se da, hay tentaciones de incumplimiento, mayores cuanto mayor es la percepción de la propia necesidad y de la injusticia de la norma, con efectos de su eficacia, si bien que muy rarísimamente, relevantes para su validez. Se da el ejemplo de la norma que prohibe bajo pena de decapitación el orinar en público, ya que lo ínfimamente relevante del comportamiento unido a la desproporción de la sanción hace que pese a su validez por correcta producción normativa se confronte con el incumplimiento universal, la universal reluctancia de los agentes de la Autoridad a aplicar la pena, la ausencia de medios que aplicar a declarar la culpabilidad y ejecutar la sanción sin retirarlos de otros fines públicos fácilmente perceptibles como más importantes y otras mil consideraciones más hacen que la norma que analizamos pierda su efecto regulador. Ahora extendamos el ejemplo pensando que las dificultades económicas producidas por los recortes pierden el apoyo de la resignación por abocar a más presión de la que los ciudadanos en conjunto pueden soportar, de modo que deje de importarles si se lo impone la AUTORIDAD SOBERANA o una superestructura transnacional, porque lo que no se admite es -que se vean abocados al desahucio y ruina un número de familias insoportable. Porque retira de la estructura económica a un número de sujetos sin los que esta no sobrevive aningún nivel y que tras esa situación, y aunque puedan encontrar otra vez ingrsos y comprar un perro no volverán a acceder al crédito ni consumirán a plazos ni será fácil que consigan un alquiler de vivienda, por no hablar de que por necesidad harán sus ingrsos clandestinos para ocultarlos al banco que aún no está satisfecho con lña ejecución de la hipoteca... lo que tiene el efecto paralelo de hacerlos opacos a a la Hacienda Pública y por ende de dsminuir la capacidad nacional de desarrollo; -que esas familias ya no sean pertenecientes a sectores de renta baja, sino a cualquier nivel, por no percibir pagos razonablemente esperados y verse en dificultades por servirse de ellos como base para justificar compromisos de gasto que ante los impagos no se pueden afrontar, que es el caso descrito en mi entrada de ayer, lo que tiene un segundo efecto perverso, esto es, que ya no habrá posiciones seguras, y desaparecerán las esperanzas de estabilidad, al percibirse que la obtención de una plaza de funcionario en la Administración o una de alto ejecutivo en la empresa privada no son garantías de nada lo que retraerá más aún la concesión de crédito bancario y el enfriamiento del consumo. Ya dije ayer que si como abogado de élite me encuentro con un enorme volumen de trabajo, pero no se traduce en que los clientes, aún si han vencido en sus pleitos o recibido consejos de calidad, no pagan las facturas, y la única diferencia entre que me deban 263.000.- € en facturas o que me despidan de una cadena de envasado de yogures es que me desahucian de una casa más cara, pero igual quedo en la calle y sin ganancias que obtener en A por que se las lleva el banco que no enjugó la deuda por depreciación de la garantía; y -que tras la larga duración de esta situación se haya obtenido una cierta perspectiva que permite ver con claridad que su origen está en prácticas de sujetos que sólo se justifican en una avaricia vesánica, y que pese a ello tales sujetos son los únicos que aún hoy presentan beneficios desaforados, o en su defecto los únicos que reciben ayudas públicas (esto es, con el dinero de todos) para salir de problemas... mientras simultaneamente se publican noticias acerca de cómo condonan deudas cienmillonarias a los partidos políticos¡¡¡ No creo arriesgado afirmar que las reacciones autodestructivas que estamos empezando a acostumbrarnos a ver en las noticias obedecen a que los primeros en renunciar a continuar en el juegosean los más débiles, por lo que es normal que su salida limite cualquier perjuicio que pueda aparejar a sus patrimonios, esto es, que se traduzca en suicidios, depresiones, o reducciones a la pobreza mendicante de quien antes veía normal cambiar de coche todos los años y ahora tiene que ir regularmente a Caritas a por comida para los suyos. Sin embargo, y como en el ejemplo de la estrafalaria "ley antimicción" referida más arriba, es cuestión de tiempo que el número de afectados implique la repugnancia social ante las normas que permiten su situación, la renuencia de los encargados de ejecutar sus consecuencias a hacerlo, la inexistencia de medios para imponer esas consecuencias si se generaliza la resistencia a aceparlas de buen grado... En fin, que es de esperar que una mala medida de la capacidad de los ciudadanos de soportar recortes directa o indirectamente reductores de la capacidad económica produzca el fracaso de los objetivos que se persiguen si se cruza la frontera del Orden Público. No se evitará la pérdida de confianza de los inversores si se muestran cuentas saneadas y a la vez disturbios para robar alimentos en los supermercados. Un primer grado de desorden es la desobediencia, pero acarrea de inmediato el segundo, la agresión. Las conquistas del Estado del Bienestar en materia de asistencia universal a las necesidades ciudadanas básicas,que son el motivo por el que las capas pobres pero numerosas de la población no destruyen el sistema que les perjudica, duran porque se reciben del mismo ventajas que no se pagan. Si se pierden, malo; pero si además se pierden para quien ha pagado, ya no hay contención por lo minoritario de los afectados: se genera el riesgo de un desorden de segundo grado en el que cada sujeto intimamente rechace su culpa en los problemas, detecte de quién sea,se indigne por cómo son las posiciones respecivas de uno y otro en la crisis a efectos de resultados empresariales y trato de los Poderes Públicos que "recortan", etc... y la resistencia pase a ser la agresión, que alguien agobiado por los requerimientos de pago del banco acuda a una sucursal lejana del mismo en la que no le conozcan para obtener violentamente lo que se le reclama bajo la oportuna amenaza para si y los suyos, a la vez que le niega sus servicios de financiación que le podrían resolver el problema, y atónito contempla cómo los beneficios del usurero crecen como espuma todos los ejercicios, o en caso contrario reciben del erario público la financiación que ellos niegan, ... y son los únicos que la consiguen al ser una entelequia el folleto de préstamos del ICO para pequeña empresa¡¡¡ Y todo ello por no hablar que el mismo Banco que le amenaza con la mendicidad por unas decenas de miles, condona al partido en el gobierno préstamos de centenares de millones. Es inevitable que el desarrollo de la situación acabe con el estallido de la violencia y comprometa el Orden Público, de modo que la postura del gobernante de forzar la tensión interior para evitar el advenimiento de la de fuera debe ver su límite en la percepción de que un exceso de tal tensión va a generar una catástrofe de Orden Público que no va a ser mayor o menor en función del origen de la misma. Tal situación parece inminente, y es sintomática la proliferación de noticias de asaltos a Bancos por parte de ciudadanos "amateurs" que sin provenir de los tradicionales focos de delincuencia simplemente han decidido que aliviar su situación mediante el uso de la fuerza no necesariamente presupone autolesionarse, y menos cuando estas nuevas capas de afectados están mejor formadas y advierten el cúmulo de circunstancias esbozado más arriba concluyendo que la fuente de su preocupación es precisamente el creador de su problema. Hay policia para encarcelar a unos cuantos atracadores de bancos, pero no unos cientos de miles, y menos si algunos de estos son también policias. Y menos aún para asegurar desahucios si de repente todo el mundo deja de pagar su hipoteca. O decapitaciones si de repente todo el mundo empieza a orinar a la vez en la calle... Evitar la ayuda externa para ahorrar que la presión para resarcirla sea mayor y no soberana debe conjugarse con que el volumen de la interna que se aplique no rompa la capacidad de resistencia ciudadana y cruce la linea de provocación del desorden público. Quien lea esto y me conoca sabrá que si yo sufriera esa situación, desde luego no me suicidaría: seguiría una progresión de resistencia legal, resistencia ilegal y agresión activa para defender el bienestar de mi familia, y no me lo impedirían planteamientos éticos, a la luz de la obviedad de que el causante de mis problemas es mi agresor y se le permite por que cuenta con una capacidad de corromper a los depositarios del monopolio del uso legítimo de la fuerza que me recuerda instantaneamente que el depositante soy yo, y que la legitimidad desaparece en cuanto que a mi me de la gana; ni tampoco dudas jurídicas, ya que la generalización de la resistencia hará evidente sin necesidad de procedimientos formales que la mayoría no está de acuerdo, luego ningún procedimiento que genere políticos que lo contradigan o normas que se opongan será conforme a Derecho, mientras no se traspase la barrera de someter la norma al juicio de valor, y nos limitemos a confrontarla con el apoyo democrático sin el cual no debió crearse ni podrá cumplirse; por último, queda el asunto de los límites de la fuerza, ya que una etapa transitoria puede hacer provisionalmente eficaces a las Fuerzas Públicas para reprimir la resistencia ilícita o la agresión... A los efectos de nuestro análisis, baste concluir con que una señal de que esa eficacia provisional llega a su fin será la multiplicación de la presencia en los medios de comunicación social o información pública (actualmente la diferencia es palmaria¡¡¡) de reflexiones como esta o aún más descriptivas de las formas en que se la puede resistir mejor, mientras no quede totalmente anulada por el mero efecto del incremento masivo de supuesos que atender. Entiéndase bien: hasta hoy, la formación avanzada y la alta posición económica eran desincentivadoras del uso de la violencia, y era un éxito del sistema en la procura de su propia subsistencia la ampliación del número de sujetos que las disfrutasen, ya que podían sojuzgar a los menos que no, y además ser más capaces de generar una ayuda con que debilitar la voluntad de resistencia de estos no favorecidos, a base de subvenir a las necesidades más básicas y por ende más aptas para originar en caso de desatención la respuesta violenta. Ha hecho falta un enorme cúmulo de injusticia y corrupción para conseguirlo, pero al fin, y por lo expuesto, creo sinceramente que han dejado de serlo. Podemos esperar que la reacción antisistema va a dejar de ser propiedad de los marginados sociales si de manera urgente no se cambia el enfoque de las políticas sociales y económicas en el sentido de desviar la presión generada para la obtención de recursos con que resolver la crisis económica actual hacia los que verdaderamente los tienen, que además son los que en Justicia deben aportarlos para redimir su culpa en ella, resistiendo en su caso las ofertas de corrupción, o afrontando de lo contrario un estallido social inminente, ya que parece no tener más recorrido la idea de los pocos poderosos de que los muchos inocentes pueden afrontar los problemas aportando muchos "poquitos" sin necesidad de que ellos aporten su "muchito" proporcional..., ni de hecho nada de nada.

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