sábado, 7 de mayo de 2011

EL MIEDOSO

Un amigo me comenta que ha leido en la revista del Colegio de Abogados de su tierra un artículo en el que un colegiado describe la inversión porcentual de tendencia en los litigios que lleva: últimamente la mayoría de ellos no son contra los adversarios de sus clientes, en persecución del interés de quien le contrata, sino contra sus clientes mismos, en persecución del crédito que no se le paga.

Yo no vivo ajeno al fenómeno que aqueja no sólo a los abogados, ni aún a los profesionales libres en general, sino a toda la estructrua económica nacional. Y como no vivo ajeno, tengo una experiencia en primera persona que me hace distinguir dos categorías claras de clientes morosos, que son tan contraparte en relación al abogado como lo fuera el demandado para su cliente, y que están revestidos de igual dicotomía: los que no pueden pagar, y los que no quieren hacerlo.

En este último caso, nada que decir si son adversarios, que para eso se nos contrata; pero si son el cliente, y actúa así aún a pesar del obvio perjuicio que el propio abogado le puede causar si lo maltrata (en mi opinióm, los que pueden dañar más están, como los cirujanos, ferreamente vigilados), es que hay una fuerza poderosísima y antes ausente que genera tal comportamiento casi "suicida".

El miedo.

Veo a quien tiene dinero para pagar, y no lo hace por temor a quedarse sin tesorería que le permita afrontar gastos corrientes y obligaciones más urgentes. Esto mismo sufrirá quien vea su crédito impagado, porque en términos globales sólo se ha desplazado la pérdida, no se ha enjugado esta en el conjunto del tráfico económico local.
La reiteración de ese comportamiento es inminente al no reconocer quienes lo práctican modelo alguno de autoridad.

De hecho, a este tipo de moroso hay que prácticamente imponerle el cumplimiento amenazando con castigarles a recorrer de rodillas los largos del campo de baloncesto.

Hoy, la financiación ya está tan considerada como materia prima indispensable para el desenvolvimiento de cualquier negocio como la LUZ o el GAS.
La financiación es la anticipación de cantidades a cambio de un precio, superior al que se paga a quienes las depositan, y que constituye el beneficio de la entidad financiera, tradicionalmente definida como intermediaria del crédito, al obtenerlo del depositante y revenderlo con margen al prestatario.

El comerciante cuenta con dinero ajeno para afrontar su propia actividad: si la compañía de la luz interrumpe por el motivo que sea el suministro, es multada por el Gobierno, y la duración del lapso hasta el restablecimiento del servicio sirve para fijar la cuantía de la sanción, en términos previstos por Ley.
No entiendo porqué una vez fijado el criterio de que el servicio público prestado por privados es una concesión del Poder Soberano, no se desarrolla hasta sus últimas consecuencias, y se tacha de desleales a las entidades financieras cuando cortan el crédito a quienes lo solicitan.

Nótese que para rechazar que este sea un negocio cualquiera, en el que el empresario debe poder hacer lo que desee bajo una mínima regulación (salubridad, correción de trato...), hemos calificado el financiero como servicio público, no sólo porque se ofrece a tods sino porque su privación implica serias consecuencias económicas a toos los niveles y, aún más, porque el negocio se nutre de préstamos que a su vez recibe(y progresivamente en mayor medida) de lo que le presta el Banco Central, que es de todos, pese a que lo traten como un depósito voluntario de privados, cuyo uso deben decidir libremente... como si el dinero con que operan fuera suyo, incluyendo el que se prestan entre ellos.
No entiendo cómo se puede inyectar dinero de todos en bancos que no prestan a todos los que lo piden aún si cumplen con criterios de solvencia y usar ese dinero para comprar deuda pública, porque le rinde más que usarlo en financiar empresas, que era el propósito gubernativo al conceder ese préstamo.
No entiendo como se tolera la interrupción del corte del servicio, si no se tolera cuando lo que falta es otro suministro básico.

Y no se diga que los bancos se preservan así, para proteger la propia viabilidad: Millones ganados EN MITAD DE LA CRISIS POR SUS CAUSANTES. Su miedo a perder lo prestado, que no en otra cosa que sugestión, lleva a interrumpir el circuito de producción-venta, igual que lo haría la misma interrupción en el suministro de electricidad.

Probablemente la condonación de la deuda bancaria a los partidos políticos, especialmente escandalosa en el caso del PSOE, tenga que ver con la complacencia con la que los políticos observan el fenómeno descrito.

El miedo del políticoa perder la poltrona, cuando sólo debiera dedicarse al servicio público permite que el miedo del banco a perder su enorme beneficio anual arruine al tejido productivo nacional, y lo que es peor, esta actitud sirve de espejo en la que se miran los que operan en cualquier sector, pero necesariamente con soporte en financiación.

El miedo puede acarrear resultados irreversibles, y acabar con él está en manos de los dirigentes políticos, principal rémora para salir de esta malhadada cris