lunes, 29 de noviembre de 2010

STREET VIEW II

http://www.diariojuridico.com/opinion/expediente-sancionador-a-google-por-la-captacion-de-redes-wi-fi-en-su-servicio-street-view.html

jueves, 4 de noviembre de 2010

DE LA DEBILIDAD Y EL EGOISMO

Hace tiempo me atormenta una proposición. Su solución aún se me oculta (o quizá no, pero me resisto a aceptarla contra toda evidencia...). Tiene que ver con lo intrínseco o no de la maldad en el hombre. Y son dos las experiencias que he conocido para hacerme pesimista.

Una, que no se si es leyenda urbana o realidad, pero que como mera hipótesis me perturba.
A efectos de demostrar si es prevalente el instinto de supervivencia o el de preservación de la especie y su potenciación por el amor a la progenie, se plantea el siguiente experimento: una mona y su hijo se encierran en una jaula con suelo metálico, y se aplica calor a ese suelo progresivamente hasta ponerlo al rojo. Tarde o temprano,se trata de ver si la mona tira al suelo a la cría para pisar encima sin quemarse.
Dudo de la realidad del cuento, porque me resulta dificil concebir qué hijo puta pueda llevarlo a cabo.
En todo caso, y como mera hipótesis, me aterra lo verosimil del resultado que todos anticiparán.

Así las cosas, uno puede aplicar la lección a todos los casos o pensar que es una aberración sólo predicable del extremo dolor, de la extrema abyección. Que la deshumanización del sujeto del experimento hace no extrapolable su resultado a humanos... O que precisamente es quod erat demonstrandum, y que el egoismo sólo es custión de medida, no de calidad del ataque sufrido, y que se trata de evitar al otro (aún al más amado, lo que centra en la cantidad, eliminada la calidad) abnegándose.

El partidario de la especie humana creerá en la segunda opción, la del suicidio doloroso. Contra todo pronóstico.

La segunda experiencia, en primera persona, ocurrió durante un curso de preparación de Personal Directivo impartido como experiencia pionera por un conocido Instituto de Empresa a funcionarios del Ministerio de Hacienda, en lugar de, como de costumbre, a estudiantes de Derecho y/o empresariales o a profesionales con ansias de mejorar su posición de cara a ser seleccionados para puestos de responsabilidad.

Fácil es imaginar que los participantes, con puesto de trabajo asegurado, y en el Ministerio con más presupuesto de todos; y que, además, ocupan en el mismo los puestos más críticos y antiguos (para permitir su selección entre todos los optantes, como alumnos del curso), equivalente a mejor remunerados, nada deberían tener que ver (dichos participantes) con el recién licenciado en ICADE que venderá a su madre por un puesto de ordenanza en Baker & Mackenzie, si ello le posiciona para acceder con el tiempo a empleos directivos... Nada que ver... En teoría.

Los monitores plantean un ejercicio diseñado para el niñato, no para el avezado funcionario: en una negociación, si después del primer contacto, ambas partes eligen el número 1, ganarán. Si eligen el 2, perderán, salvo que la otra haya elegido el 1, en cuyo caso ganarán el doble. Hay tres rondas de contacto para elegir, después, un número. El objetivo es ganar más que el otro.

Las opciones están claras: si ambos eligen uno, todos ganan, pero ninguno prevalece. Si ambos eligen dos, queriendo sobreponerse al otro, todos pierden, y ninguno prevalece. La única opción para ganar es:

- optar por el 2 y que el otro lo haga por el 1; y

-hacerlo en las tres rondas, tras negociar con el otro, por que cada ronda vale doble que la anterior.

-La negociación, como es fácil imaginar, no es relevante sino cuando uno elige 2 y el otro 1, y requiere que el que eligió 2 mienta en las negociaciones intermedias asegurando que cambiará al 1, pero siga eligiendo 2 todo el rato, a la vez que el otro lo cree y elige 1,apostando por la salvación común.

Obviamente el objetivo del juego es probar la maldad de todos los participantes, ya que si no en la primera ni en la segunda, al menos si en la tercera ronda, el hipotético defensor de la honestidad y la sinergia claudicará ante la deshonestidad del otro, y empatará decantándose por primera vez por el 2. Todos pierden, si tal sucede, porque el otro no quiso que todos ganáramos.

Mi equipo eligió tres 1. Al fin, nada nos jugábamos, y decidimos arriesgar la tesis del proponente. Y creo que probarnos algo a nosotros mismos.

El otro eligió..el 2: la pérdida productiva y la mentira en la negociación por tres veces consecutivas. El ambiente se hizo irrespirable, y creo que ni los monitores esperaban que la cosa llegara tan lejos, confiando en que mi equipo, en algún momento, cediese al "Mal". Mi equipo confió en que la evidencia haría, al menos en la tercera ronda, recapitular al otro, a pesar de su demostrada mala fe, porque nos llevaba a todos al abismo. El otro equipo decidió apostar a que era mejor elegir 2, suicidándonos a todos si nosotros tomabamos la misma opción, y por tanto anticipando que la bondad ajena era algo de lo que aprovecharse, aún a riesgo de la propia muerte, si el ajeno claudicaba imitando su ejemplo.

Por decirlo de otro modo, todos apostamos por la bondad de mi equipo, si bien que en nuestro caso era para ganar todos, y en el de ellos, para ganar en solitario, a base de una mentira (asegurar que se elegiría el 1 y no hacerlo; en la vida real, la definición del delito de estafa), y de la certeza de que así, en lugar de beneficio común, habría una segura ruina ajena, más un 50% de probabilidades de la propia. Insisto, si con seguridad la experiencia de los monitores nunca había llegado tan lejos, y su previsión era la de que mucho antes todos nos plegaríamos al 2, nosotros , mi equipo, nos planteamos qué ganábamos con todo aquello, y nos pegamos al 1.

El otro equipo jugó para ganar...NADA. Los monitores intentaron demostrar un axioma sin conseguirlo. Mi equipo... En fin... Yo... ¿Qué aprendí?

Lejos de contradecir el ejemplo de la mona para el caso de no existir un condicionamiento tan radical como el dolor extremo y presente, este nos dice que el hombre cede al mal también aún cuando no se juega nada esencial (como la supervivencia, o el cese de la insoportable torura...), y sólo por el ilusorio néctar de la victoria, aún cuando esta nada le reporte, aún cuando al terminar el juego la realidad se obstine en mostrarle la comparación entre su abandono moral y el nulo beneficio conseguido. En la evaluación del curso no dudé en calificar como mejor momento aquel en que mi equipo se "suicidó", y como peor el de ver que la respuesta inmutable seguía siendo la pérdida de valor agregado unida a la traición a la negociación realizada, aún a pesar de que nada nos jugabamos.

Siempre he rechazado el carácter natural de la maldad o la bondad en el hombre. Me parece que es fácil ser bueno cuando te va bien, y dificil no ser malo cuando te va mal, a la vez que el favorecido que obra mal no me resulta ejemplo, por obedecer tal comportamiento, en general, a una patología; y el desgraciado que pese a ello es generoso, desarrolla la Santidad, la Heroicidad, o el Martirio, que no creo exigibles de nadie. A cambio considero realmente dificil el sacrificio cotidiano, aún no tan llamativo, y en los términos del ejemplo de la viuda, como camino de santidad, ese si, exigible a todo el mundo.

Ya se ve lo que opino de los Heroes: cualquiera se abnega puntualmente en aras de una buena motivación. Pero a ver quién es el guapo que cede al pobre la mitad de su comida cada día...

Sin mayor valor que el anecdótico, si creo en la heroicidad: el más malo (y por supuesto también el mejor, pero no me vale para el ejemplo), puede puntualmente abnegarse contra todo pronóstico, y dar lo mejor de si con plena consciencia de un sacrificio brutal como consecuencia, si recibe el estímulo suficiente. Mucho habrá que discutir acerca del carácter redentor de estos postreros actos, en relación tanto con su calidad, como con la comparación entre la actitud de arrepentimiento que muestran, y la de maldad que no se hubiera enjugado de no ser por el azar de una circunstancia excepcional.

Correlativamente, también creo en el pecado puntual del santo, enfrentado a la tentación más allá de su fuerza, si es que amablemente le vemos sobrepasado, y preponderantes sus actos de virtud anteriores, o a pesar de su libre albedrío, si nos lo planteamos como el fracaso ante una prueba dura, pero que no se ha exigido de cualquiera, sino al más duro, al más preparado para resistir, con sus circunstancias acompañantes de ejemplo y de percepción de raciones extra de Gracia de Dios.

Para mi, hay una respuesta evangélica a la disyuntiva, y que aclara la posición a tomar.

La viuda que da parte de lo que necesita, por poco que sea, es santa.
El rico que da millones es un heroe.
El pobre que se inmola es un martir.

Quien supera la adversidad y sigue siendo capaz de sostener una postura generosa, es un santo.
La mona dejó de estar en posición de adoptar una postura moral cuando el mensaje neural se le hizo insoportable, de modo que era su muerte o la ajena. Luego vendría el tiempo del dolor "moral" por la pérdida de la cría quemada, pero niego que preponderase la supervivencia sobre la preservación de la especie (o, escondida bajo ella, sobre el altruismo operado por el Amor, cuya máxima expresión es la filial, y cuya eleccción muestra más la maldad de intenciones de los que diseñaron la prueba que el alcance de sus conclusiones). Simplemente, la capacidad de optar evaluada desapareció ante una presencia tan arrolladora como la del dolor físico extremo. Para empezar, por que deshumaniza y priva del libre albedrio cuyo uso es la prueba a que se nos ha sometido para evaluar nuestra santidad, la conformidad de nuestras opciones con las de Cristo, y en definitiva, nuestro mérito para obtener recompensa, sea esta la ascensión al Cielo, o el fortalecimiento de laconexión de nuestro espírito con la Fuerza Divina, con Dios, con el Amor, de modo que ese residuo energético que abandona nuestro cuerpo sea apto para unirse a ese fenóeno que indudablemente regula el Mundo sin corporeidad, probando al escéptico una trascendencia que cada uno, luego, vivirá como mejor le parezca, pero que es innegable por nadie que haya estado alguna vez enamorado, o tenido hijos.

Ninguna racionalidad hay en el contenido del ser humano en esos momentos; ninguna decisión que afecte al amado se explicará por otro criterio que ese inexplicable y trascendente, no alojado en glándula alguna...Cualquier absurdo comportamiento bajo ese estado será presentado por nosotros como el resultado de una enajenación mental transitoria, y así reconocido por todo Juez que crea en nuestra historia de Amor.


Distinto es el segundo ejemplo, ya que la victoria del Mal no obedecía a compulsión alguna de naturaleza comparable a la descrita. El resultado se debió, pura y duramente, a la presencia del Mal en uno de los equipos, sin condicionantes externos de intensidad pareja a la manejada en el ejemplo anterior.Si estás en ese equipo, no te ofendas, y aplícate en expulsar ese Mal.

En la competición descrita, quedó claro que no había castigo ni recompensa, sino una victoria abstracta y sin valor en juego. Y aún se podía haber apostado por la heroicidad, demostrando a los monitores que entre ese especial tipo de alumnado,no iban a tener cabida sus previsiones. Lejos de ello, tales previsiones se desarrollaron hasta el más extremo de los finales.
En la última ronda, y tras recoger el compromiso contrario de enderezar las cosas, sabiendo empero que una vez más era mentira, en mi equipo se propuso la opción salvadora del 2. Unanimemente se desechó, ante la evidencia de que nos degradaba, a cambio de ...NADA¡¡¡

De nuevo, 1 nosotros y 2 ellos.

La maldad de la mona, aún sin su condicionante extremo. Tristemente, el ser humano no es bueno ni malo, sino libre o esclavo de ss debilidades. Heroe y martir mueren por abnegación en circunstancias extremas; el mediocre peca de egoismo sin nada que ganar, simplemente porque su naturaleza le empuja a ignorar sutilezas morales. Su papel en la vida y la Historia es de puro relleno, y su autoestima (que como las dos manos y los dos pies, tiene el mediocre a la par que el sabio o el santo) le pide alimento. Si no se le pide significarse como heroe o santo, si se le cuestiona día a día las alternativas a tomar, hará daño por no desentonar, independientemente del efecto en el dolor ajeno o, caso del político, en la agresión contra el bien común que debía defender.

Lejos del Camino de renuncia para la perfección, o de la extrema debilidad que justifica el egoismo al decidir, la opción del 80% de los actores humanos es la de la satisfacción del ego para poder seguir viviendo la vida gregaria que no ha elegido sino imitado para no sufrir en caso de "error por originalidad", una vez que comprueba que los originales integran a la vez la categoría de los que en efecto fracasan, tanto como la muy envidiada de los que triunfan.

Creo que la secreta conciencia de que no apostar impide el éxito envidiado es la causa de la actitud gragaria de intentar tumbar al diferente, y que toma como disfraz el fracaso del que falla para reprimir al que se quiere arriesgar.

Por supuesto que eso redunda en perjuicio de todos, al dificultar la tarea de los que mejoran la Vida con su acción. Por supuesto que nada objetivo o tangible remunera esa pérdida. La actitud sólo se basa en la mediocridad que prefiere alegrarse de que los demás sean igual de pobres que uno, y aún de que si no lo son seamos capaces de destruir su diferencia, en lugar de estimular la mejora, y aún ser parte de ella, por miedo a que nuestros demás coetaneos...opten por el 2¡¡¡

El motivo de la entrada, como no, es un suceso real y próximo, en el que los actores de lo que debía ser una de acción con éxito del heroe, se convierten en protagonistas iprevisibles de un drama, aunque si se quiere lo dramático sea más la lección sobre la naturaleza humana que el resultado de los hechos narrados en si, a la postre una vulgar historia más acerca del marasmo de estos días.


Despedido injustamente, con las peores formas posibles, en flagrante incumplimiento legal, y pese a ser quien más había sufrido para evitar ese despido...

La sangre hierve, y más por la cercanía del agredido, aparentemente amigo.

Llamó a testificar a mi mujer en el pleito laboral que debía desarrollarse dentro de una semana. Mi mujer informó a la empresa de la circunstancia, y en minutos fue llamada a la sede principal, en teoría para ayudar en unas tareas urgentes por un par de días.

Hoy fue a desempeñar ese trabajo con dos maletas: con la evidencia de que no había casualidad, sino causalidad, y con una lección aprendida: la lealtad a la empresa, pero que excluye la mentira.
Desde primera hora de la mañana se ocupó de contestar preguntas y salutaciones en ese sentido, más que en desarrollar su trabajo.
Preocupada y grávida de siete meses, afrontó una situación en que presumía que debajo de lo profesional se la estaba sometiendo a una tensión entre lealtad y honestidad. No era previsible un asalto directo por parte de la asesoría jurídica, ya que ella y yo presentamos un sólido frente no desconocido por su empleador, pero si un desarrollo fluido de los acontecimientos hasta que se abordara (parcialmente...) el tema de su inminente testimonio.

Pasa el día, y contra todo pronóstico, nadie se dirige a ella para intentar adoctrinarla. Pierde fuelle la urgencia del trabajo por cuyo vencimiento la habían movido de localización provisionalmente.

Conocemos al fin que el demandante, probablemente por la presión de los testimonios invocados, ha conseguido negociar, y el juicio no se va a celebrar... lo conocemos tras 48 horas de exposición, en las que cualquier estímulo habría generado la respuesta preparada, y en las que, a pesar de todo, inevitablemente se dejaron trazas de la misma.

Ignorante de la circunstancia, prevé enunciar que mantiene que nada dirá que no concuerde con la verdad, sin saber que ya no está siendo leal a nadie, y que el perjuicio que arrostra no es correlativo con ningún beneficio procesal para su amigo, en aras de la Justicia, sino una exhibición gratuita de sinceridad suicida.

El susodicho sigue sin dar señales. Su situación original no ha perdido un ápice de la calificación de injusticia. Su solicitud de ayuda, aún implicando el riesgo a afrontar por el destinatario, es parte de su patrimonio, obligación moral para quien se dice su amigo; y dicho todo ello, un problema para este último de mil pares de cojones, al que se enfrenta por puro decoro.

Comienza la negociación, probablemente, además, por la presión ejercida al citar, entre otros, a mi mujer, y nada dice...
Espera al momento de cerar, cuando ya el riesgo de su amiga se había corrido, y cuando aún no estamos en posición de valorar i ha devenido siniestro, total o parcialmente.

Utilizado el amigo, se llega a solución negociada, y se olvida avisar, permitiendo que se incurra en el perjuicio sin objeto alguno. Se desprecia ese altruismo, se muestra la incapacidad de ocuparse de nada que no sea uno mismo, eso si, en su máxima expresión, premiando la abnegación con el olvido.

Este no era la mona, pero mutatis mutantur mi mujer gustósamente ocupaba el papel de cría para evitar que se quemara los pies...

Este es el mediocre que guiado por la futilidad y la falta de miras (ni siquiera diré el egoismo, porque no hay intensidad en el actor para siquiera una maldad de calidad), opta por el 2, recibe la oferta de auxilio, vuelve a optar por el 2, y aún sin ganancia, olvida que nada obtiene con el perjuicio ajeno, y vuelve a optar por el 2, (en la forma de no advertir de la negociación, para que el amigo que se sacrifica gratis eluda en la medida de lo aún posible un perjuicio no merecido, aunque arrostrado por lealtad)

En esta rara vida que me ha tocado vivir, como y doy de comer a los mios a base de casos que no sería capaz de encontrar ni en un millón de años, pero que me encuentran a mi. Mi absurda vida hace que esos casos deban tener un mínimo de siete u ocho cifras...

A cambio, me ocupo a veces de otros en los que ni un sólo dígito va a engordarme, casos que claman al cielo... Personas que sufren injustamente, y que responden al modelo que justificaría vidas malvadas... Lejos de ello, pobrezas honradas.

Pero a veces, cuando decido intervenir, y en algún momento ven una luz al final del tunel, sobre todo si es identificable un causante de su desdicha, olvidan la suerte de haber contado con ayuda que no podían permitirse, y empiezan a afilar los colmillos...

Que raro es el hombre... Como cada vez lo entiendo menos, me niego a juzgarlo, me limito a plantear mi camino e intentar seguirlo, y si puedo, a colgar de mis manos a quienes me necesiten para volver a echar a andar (soltando a los que deciden sustituir por las mias sus piernas¡¡¡)

Pero a veces no puedo evitar, cuando por la noche me tumbo a descansar de ese camino, el intento de entender. Me resisto a creer en la maldad, y por eso me sorprendo cuando veo al débil haciendo el mal después de que se le ha ayudado (y aún a quien le ha ayudado¡¡¡ Y probablemente sin habérselo planteado siquiera¡¡¡)

Cada vez me reafirmo más en mi impía idea original según la cual todo lo expuesto se ha de filtrar a la luz del hecho incontrovertible de que el hombre no es un ser homogeneo, habiendo diversas calidades del mismo, por lo que su suerte no define su bondad por si misma, sino en función, también, de su calidad personal.

Es una idea complicada, y ciertamente de aplicación peligrosa, ya que justifica discriminaciones injustas.

Pero sin la certeza de que no todos somos iguales, nada es comprensible. Puede ser que en el grado actual de desarrollo de las ciencias sociales sea injusto sacar consecuencias del aserto. Pero también lo es que negar su evidencia lleva a parejas injusticias, de modo que mientras no seamos capaces de extraer en términos de eficacia, justicia, bondad y piedad las consecuencias legislativas que ello implica, deberemos defender que la igualdad, como la democracia, es sólo el peor régimen exceptuando los demás.

Cuestión diversa es la consecuencia que la aceptación de esa evidencia acarrea en el fuero interno, lejos de la regulación colectiva... Cómo estas reflexiones modulan la propia posición acerca de cómo Uno esté a legibus constrictum, fuera de la regla general, o más bien pendientes de si a Uno le es necesario aceptar lo que es imperativo para todos, incluso en el bien entendido de que afronta sanciones; no es nuevo, y Ghandi está presente... Pero ahora se trata de ver si este supersujeto debe moralmente aceptar la sanción de la norma incumplida, o extender esa resistencia tan preconizada y mainstreamly adorada no sólo al supuesto de hecho de la norma que Él (Ghandi, Lutero, Enrique VIII, la CIA, ...) considera injusta, sino también a su igualmente digna de protección intelectual Consecuencia de Derecho, y no aceptar, si puede evitarlo, el castigo de su desobediencia.

Creo que sólo premiando la excelencia y sometiendo la mediocridad puede abordarse un planteamento político que englobe esta postura; y que es más dificil que un camello pase por el ojo de una aguja...¡¡¡

Al fin, sólo uno mismo puede justificar su desobediencia a la Ley mediocre, en el ámbito de su fuero interno. El que intenta eludir la consecuencia jurídica efectiva, necesariamente ha de ser porque confía en que el Hecho Fundante Básico que el rodea, el Poder real, respalden su posición.

De otro modo, incurrirá en la aceptación de la postura de quien suscribe, la del outsider que relativiza el Ordenamiento en función de la clara pero no compartida ni demostrable idea de que
-hay distintos tipos humanos
-ello les hace susceptibles de diverso trato legal; y
-él es del tipo al que la ley da margen para el incumplimiento, en función de su Virtud.

Las tres proposiciones son ciertas, se comparten por innumerables sujetos de derecho,... pero no hay modo aún de clasificar, y los intentos de hacerlo han sido precedidos de construcciones teóricas totalitarias, tenido consecuencias nefastas no sólo para los presentantes de la idea, sino para todos los actores políticos expuestos a tal posicionamiento (aún a escala mundial), y aún hoy esperamos un desarrollo armónico, justo y fructifero de la idea cuando el "mejor" de turno decide imponerla a sangre y fuego.

En fin... No sabía si esto era para este o para el otro Blog. Al fin me planteo que trato sobre el uso del Poder, y eso es Derecho puro... Pero también sobre la posibilidad de obtener la felicidad dentro de un escenario colectivo, y su necesaria consecuencia de recíproca concesión y tolerancia, independientemente de la calidad moral de lo renunciado o no impuesto, en aras de la eficiencia del trabajo colectivo.

Puede valer para ambos: claramente, la ley ha de ser igual para todos, y su injusticia ha de ser combatida por los medios que la propia ley prevea, salvo que estos, en la realidad, demuestren ser ineficientes. Al fin, la ineficiencia se deriva de la desconexión del Juzgador con la opinión del pueblo, y ello se traduce en que, en casos de disgusto extremo, los agraviados se echan al monte y discuten la propiedad de las tierras... Violentamente, si, pero en ocasiones... con razón; como la que con harto dolor le ocupaba, el terreno de una viuda a la venta por no pagar impuestos que, amén de injustos, no cubrían en descubierto el valor del tereno, y que por si no bastase, había recaudado y quería pagar, por lo que era sólo una cuestión de extemporaneidad que se la privase del legado de su marido y pan de sus hijos para entregarlo al señor feudal, que a su vez no estaba seguro de desear la propiedad, y ya había advertido el filo de la hija del puñal de la viuda cerca de los propios hijares¡¡¡

Con menos cobertura emocional pero idéntica moral, yo rehuso pagar tasas, multas o impuestos locales, al haber sido en su día agredido por la maquinaria municipal de modo injustísimo, y al estar cierto acerca de que mi administración local excluye relacionarse conmigo aplicando las reglas del juego, y por el contrario se rige por la de que la única vigente es su conveniencia, ya que nadie se defiende, sino un 10% de los destinatarios de la injusticia que ello supone.

Como 10% me debo tanto a la defensa de mis legítimos derechos e intereses (quieren obtener de mi pagos por deudas de hace hasta doce años, prescritas en su totalidad, pero con una muy boyante eficacia bancaria, , donde realmente se demuestran la habilidades administrativas de interacción procedimental, ya que no habiendo encontrado mi domicilio en 50 meses, han hallado modo de acceder a mi C/C,,,, aún con resultados irrisorios), y a la proyección cívica de la misma en mis compañeros de Comunidad, quizá menos formados o activos que yo.

Buena noche.