domingo, 28 de marzo de 2010

WU WEI: DEL DESEMPEÑO DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO

Lei hace tiempo en un periódico, entonces famoso por su objetividad y hoy por lo contrario, como un mentecato paniaguado, perdón, un periodista argentino (menuda combinación...) escribía de un empresario conocido cómo este, ante la dificultad para encontrar para sus nuevos proyectos un nombre no inscrito ya en el Registro Mercantil, acudía al original expediente de posar un dedo al azar sobre un mapa de Japón, y usar el topónimo así seleccionado para la denominación.
Conocí después al empresario, y destila ácido verbal sobre lo que se ha escrito acerca de su vida, fabulación mitomaniaca según él en su mayor parte, y le creo; pero sirva el cuento para decir que cuando yo quise dar nombre a esto, acudiera, copiando el procedimiento, a

www.samurai-archives.com

y eligiera un nombre al azar, para que de ese polvo viniese este lodo.

No se si es cierto lo del empresario citado, pero me gusta pensar que puede serlo, y que si non e vero e ben trovatto, ya que tanto en su caso como en el mío sugiere un afloramiento más o menos consciente del común interés por Oriente, que explica el rollo que me propongo infligir al silencio digital.

(Excursus:
-ya se verá en pocos párrafos porqué escribo esto a propósito del Derecho y no en el otro blog, sobre eticaesteticayanestetica; y
-el compañero al que me refiero al principio sabe que no necesita permiso para citarme en su multitudinaria bitácora; espero que no se moleste si hago lo propio en este poco transitado rincón de la blogosfera)


Wu wei es un concepto seminal de la forma de ser y de las filosofías orientales, y se traduce literalmente por "no hacer". Entronca, como es fácilmente visible, con el concepto de "tao", que se traduce literalmente por "nada", y siendo de los tópicos más conocidos en Occidente, es de los peor comprendidos, según mi modo de ver. Su traducción ni mucho menos ha de llevar a equívoco y confundirse con "pasividad", como la del "tao" que no se entiende si no se conocen las demás acepciones de esa "nada", y que son "camino, procedimiento, palabra, verdad no expresada..."

En un acercamiento... "cristiano", se refiere a "no hacer" como corolario del "esforzarse en ser", y sugiere que no ha de ser el hombre esclavo de sus deseos, ni mucho menos esforzarse por conseguir nada, sino "portador de talentos" y consecuentemente, responsable de su desarrollo. El que se ocupa en crecer obtiene naturalmente lo que al grande le corresponde.

El que busca lo que tiene el grande sufre tanto si lo consigue como si teme perderlo.

Desafortunadamente, en los setenta se acudió a la mala traducción y el juego fácil de palabras, y Tao vino a significar tirarse al suelo con flores en la barba y poca higiene, y a partir de ahí, según las economías de (los padres de ) cada cual, heroina en descampado de Villaverde bajo y muerte, o marihuana en Ibiza y tras la desintoxicación subsiguiente a la interrupción del flujo mometario paterno, paseo de la propia idiocia por los despachos de bancos o ministerios...

Pondré tres ejemplos para ilustrar lo que quiero decir.

En primer lugar, el concepto japonés de "wabi sabi", relativo a la obra incompleta. Se encuentra una gran elegancia en la obra cuyo impulso artístico ha sido integramente agotado, pese a no quedar terminada, y ello por que para el artista japonés la "obra de arte" es poco menos que una ordinariez, la natural consecuencia de la falta de sensibilidad occidental que lleva a los artistas a pergeñar "productos", en lugar de a expresar sus sentimientos a través del lenguaje que para tal comunicación han elegido y perfeccionado, independientemente del grado de finalización "artesana" del resultado, una vez expresado el sentimiento, auténtico contenido del "Arte". Si se reflexiona mínimamente sobre lo dicho,
puede llegarse a consecuencias interesantes sobre nuestro regional panorama artístico y sus tinieblas, pero no es el sitio ni el momento. En fin, un japonés habrá entendido bien el ejemplo, pero como dudo de que haya muchos que vayan a leer esto, sigo con más explicación.

Un segundo ejemplo sería el de los principios del "Arte de la Guerra" de Sun Tzu o Tzi (hay quien dice que Lao Tse, o Tzi, autor del libro del Tao, o Tao Te Kin, y Sun Tzi son la misma persona; yo me inclino a pensar en muchas bajo ambos nombres, y aún quizá las mismas...; tampoco puedo pararme ahora a eso), que cristalizan en la conocida afirmación de que el único combate ganado es el que no llega a pelearse. Este ejemplo, creo, se entiende mejor (eso si, si se lee el libro y no se conforma uno con las frases más o menos bien traidas que trufan las películas sobre malvados ultraliberalistas del cine del Hollywood más "gafapasta"), y se refiere a que el militar que se esfuerza en ser el mejor documentado en historia de la estrategia, el más versado en artes marciales, el más comprensivo y a la vez firme director de sus hombres, quien mejor domine el conocimiento de los potenciales adversarios, y se ocupe de alcanzar posiciones dominantes del terreno aprovechando condiciones climatológicas y económicas, el que, en fin, consagre su vida a ser el mejor guerrero posible, y en definitiva domine camino, vía, terreno, mando y disciplina, será invencible, lo cual desestimula a sus enemigos, ciertamente, para oponerse a él.
Batallas ganadas sin luchar...
El que sólo quiere la gloria de vencer, tenderá a sacrificar a sus hombres y a ceder a arrebatos de cólera y frustración que le impedirán enfrentarse racionalmente a las situaciones, con el ineluctable fracaso subsiguiente.

El tercer ejemplo centra en este blog jurídico lo que vengo desarrollando, y sucedió cuando mi hermano me pidió que le apadrinase como abogado en uno de los actos que al uso celebra el Colegio de Madrid en el Tribunal Supremo. Yo tenía una vista, y no sabía si llegaría a tiempo, por lo que mi padre me sustituyó, y mi hermano cuenta, sin duda, con mucho mejor padrino. Pero si llegué a tiempo de oir de labios del Decano una historia de su predecesor, acerca de su experiencia en estrados, cuando en los momentos previos a la vista le atenazaban los nervios, y cómo los ahuyentaba con un sencillo mantra: "no se si soy buen o mal abogado, pero del caso que se va a debatir, el contrario sabe, como mucho, lo mismo que yo, porque cuando se sabe todo del caso, nadie sabe más", y exhortaba a los concurrentes a seguir su ejemplo, a olvidar si eran más o menos expertos en la dialéctica forense, y a trabajar en cada caso para saber del mismo todo lo que se pudiera saber, de que resultasen imbatibles, que es lo menos que sus clientes merecen.

Ahora, creo, queda claro porqué colaciono el wu wei en un sitio sobre abogacía.

Creo que el objetivo no es un coche, una casa, una colección de relojes o estilográficas..., sino ser el mejor boxeador posible con los propios mimbres, el mejor padre posible incluso pese a ellos, el mejor abogado posible... Todo, a base del propio y cotidiano desarrollo, de la lectura ("el tesoro del jurista"... No del todo; la meditación vale tanto o más¡¡¡), de la creación técnica, de la reflexión constante sobre el tema que nos ocupe...
Si se busca un bien material, la profesión es una mala prótesis, y uno valdrá lo que valga la porquería con cuatro ruedas o varias esferas que haya comprado, y temerá siempre perderlas, y sufrirá si no las consigue. Es el abogado que se exhibe, que acumula títulos que enseñar sin conocimientos que de ellos hayan germinado en su interior, el que presume de clientes y relaciones, el que se embarca en una mezcla fangosa entre vida personal y profesional al no saber separar clientes de afectos, el que busca trabajo aun sabiendo perfectamente que no está capacitado para hacerlo, el que mide su bufete en número de abogados que subsanen sus deficiencias técnicas... Es el abogado que no se sabe el Código Civil, que no conoce el Procedimiento administrativo, que teme ir a una vista oral porque hay otro enfrente que le puede sacar los colores.
En fin, no digo que ese abogado no gane dinero, pero si es así, estará disfrazando a un relaciones públicas de discoteca con un número de colegiado.

Por el contrario, el abogado que no busca al cliente sino al conocimiento, que no quiere dinero, por más falta que le haga, sino ganar pleitos, ese que quiere ser el mejor abogado que pueda llegar a ser, sin duda que acabará teniendo clientes y dinero, y lo mejor de todo es que eso llegará como consecuencia natural de un proceso vital, y no como resultado de un atajo que le lleve a estar constantemente atemorizado y con la lengua fuera huyendo de sus propios errores durante toda su vida profesional.

Puede sonar romántico, pero creo que no lo es, aunque lleve de cabeza, mientras todo fructifica, a la directora de mi sucursal bancaria¡¡¡

Me despido con un ejemplo práctico de lo que propongo. En primera persona.

Salí del colchón estrecho pero seguro de la Abogacía del Estado para tumbarme en otro más ancho, pero igualmente seguro, en un despacho que me aseguraba un mínimo rendimiento económico. De ahí, me he acostado en una gran cama que vuela en el vacio de la absoluta inseguridad económica que supone el libre ejercicio de la Abogacía por cuenta propia. Fácil es anticipar que, no teniendo padre que haya sido ministro con Franco, ni un carácter fácil, ni otra cosa que mi cabeza y una pegada fuerte, los clientes iban a ser un problema, y en efecto, estuve muy preocupado al saltar al aire.

Una mañana recibí una llamada telefónica de un empresario que había conocido en circunstancias que no hacen al caso, y con el que no tenía contacto desde hacía al menos diez o doce años. Me había localizado tras un periplo telefónico más o menos extenso (los que me conocen saben que cambio mucho de dirección, de teléfono, de trabajo...) y me propone hacerme cargo de un asunto, tras haber peregrinado por varios despachos de varios tamaños e idéntica renuencia a meter los dedos en los ojos del contrario, hasta que decidió que necesitaba a alguien más...activo, más agresivo (los puntos suspensivos equivalen a un momento de duda en la calificación, que interpreté como la duda acerca de si debía decir "cabrón con pintas", o "hijoputa", expresiones que sin duda eran las más adecuadas, pero que no caben en su vocabulario de andaluz educado). En los sucesivos meses, un abogado amigo me llama porque un colega tras dieciocho años de pleito en primera instancia ha perdido y necesita consejo, y mi amigo cree que quien mejor encontrará una vía original soy yo; vaya si la encontré, aún está turulato el compañero, a la sazón quince años más viejo; en fin, que me busca gente de la que nada se o no desde hace muchísimo, por algo que he construido en mi interior, y no he ido enseñándoles¡¡¡ Tengo más ejemplos, de hecho casi todos mis clientes han venido de igual manera, y son pocos pero sus casos son importantes, lo que me permite ir viviendo.

Eso si, sus casos son los míos, son algo personal, porque a través de ellos no busco ganar sino ser mejor, de modo que la victoria no sea sino el único resultado posible, el fin natural de un camino, que es lo auténticamente importante. Únase a eso otra idea que desarrollaré en un futuro, y es la de que me importa un rábano si mi cliente tiene o no razón...¡¡¡

Si yo fuese mi contrario, desde luego intentaría negociar.

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