lunes, 8 de marzo de 2010

PROPIEDAD INTELECTUAL Y EMPRESA

Veamos.

Al proteger la propiedad intelectual, el legislador reconoce que es algo distinto de lo que se gira en el tráfico mercantil; aún más, que el autor, si se ve abandonado a la relación mercantil, lleva las de perder con el empresario.
Si se acepta esa premisa (si no, sobra la legislación, y que se prepare Ramoncín), ha de concluirse que la protección es excepción y que lo es por una razón, perdiéndose la legitimación de la protección si desaparece su fundamento.

La protección de la propiedad del artista no existe en la actualidad, como sabrá cualquier artista que necesite ser protegido, y no viva en una isla privada o, más discretamente, en un ático de la Castellana de Madrid sin haber escrito una canción en quince años.
La banda de hip hop que graba a su costa un DVD y vende entre sus fans 100 copias , si es que le da por acudir a la SGAE, no recauda un sólo céntimo, sino que engrosa un fondo común “para artistas” con la excusa de que es más caro repartir “pocos” entre muchos que guardar esos “pocos” para la protección general. Sólo si se abandona el “poco” se obtiene remuneración.

Ahora sabeis por que Ana Belén, Victor Manuel y Miguel Rios se juntan cada cierto tiempo para hacer conciertos: montan una unidad que permite que se les reporte de lo que los pequeños no cobran.

Otro ejemplo de “buena praxis” es la permanencia en sus cargos de los directores de estos organismos cebados con fondos públicos (en cuanto que recaudados coactivamente por disposición legal), o aún más divertido, el hecho de que en caso de discrepancia entre estos sujetos y las empresas que venden soportes o lectores, el arbitro lo designe… SI, ACERTASTEIS¡¡¡ Las sociedades de autores…

Ahora, veo negros corriendo por Sol, a punto de romper huesos de niños y viejas, por que los corren policias que defienden el derecho de un tio que gana 4.000 M€/año, aún a sabiendas de que si pillan al negro y lo deportan, le van a cortar en lonchas por disidente sus compatriotas.

Ahora, recuerdo mis nociones de Filosofía del Derecho, y me pregunto por el contenido de los derechos subjetivos (incluyendo el de propiedad, subgrupo “intelectual”), y me viene a la cabeza el concepto de “legitimidad” que nos enseñaba el rojo de Peces Barba: dado que nadie tiene la autoridad para imponer a los demás su criterio, será aceptado, no ya como bueno, sino siquiera como menos malo, el de la mayoría, porque la paz y la seguridad superan en valor a los demás bienes, y se obtienen mediante el concurso de la aceptación de la mayoría…

¿De verdad que la mayoría está de acuerdo con el contenido legal actual de este derecho?¿De verdad que la mayoría actúa en consecuencia, y no opera en redes P2P, y tiene más simpatía por la isla privada de Alejandro Sanz que por el pescuezo del negro que corre que se las pela por Sol?¿De verdad que la mayoría es una ladrona natural, en lugar de un mercado que reacciona cuando encuentra la vía ante una imposición oligopolística?¨¿De verdad que este asunto requiere de una protección distinta de la que requiere el empresario que no cobra sus facturas pese a haber suministrado el trabajo por que sus clientes no han obtenido una linea de crédito que se les daba sin excepción año tras año?¿De verdad que no puede ese que lleva en una grua 60 días pedir que la policia municipal corra a palos al director de la sucursal que no dio crédito a su cliente con el que abonarle el trabajo, como corre al que vende en una manta y priva de sus merecidos emolumentos a Donatella Versace?

Si la Ley es mi ciencia, y mis escritos mi producto, y los de los jueces el suyo, y los de los Notarios el suyo, ¿Porqué es lícito que se haga “corta pega” de todo ello por los operadores del derecho sin pagar nada?

Y aún, ¿porqué, independientemente de la generación de derechos por ese trabajo intelectual, no se paga a los abogados, Jueces, Notarios, …por el uso de ordenadores, CD, pen drives, y PCs, a la vista de lo que con ellos se hace?

La respuesta es clara: no se puede poner puertas al campo, y menos al aire, y la cultura sólo es el registro duradero de información, cuyo valor artístico ha sido tan estirado que cualquiera puede dar valor de arte a la información que aporta; pero no exigir por ella una retribución económica, ya que entonces deberá justificar que es “producto” y no “arte”; de lo segundo, nadie puede discutir; de lo primero, cualquiera, en términos de oferta y demanda, de accesibilidad del recurso, de su mayor o menor demanda, dificultad de ejecución, generación de distinción exclusiva en el tenedor, aportación de valor agregado…

SI, puedo ejecutar una performance que ni las limpiadoras del museo distingan de la basura, hasta el punto de tener que pagar a quien la proteja para que no la barran inadvertidamente; incluso puede haberme costado el esfuerzo de cinco minutos de elucubración, en condiciones de enajenación alcohólica, y tres euros de precio en materiales. El genio lo decide quien la selecciona para el Reina Sofia.
Pero el valor económico lo determina el mercado, al comprar o no en ARCO. Si no se puede hacer una evaluación “moral” del valor artístico, hay que concluir simetricamente que ese valor no ha de ser protegido como valor económico sino desde el punto y hora en que el mercado se lo otorgue como producto demandado.

Ahí está la concurrencia entre el artículo comentado y el tema del post, el mercado.

La identificación de lo que es arte no es patrimonio de nadie, ergo la protección del arte debe tener la extensión del arte mismo, esto es, la del reconocimiento del autor y la proscripción del ataque a la obra, incluyendo el intento de censura a partir de criterios subjetivos sobre lo que es o no es arte… Pero la protección de su rendimiento económico debe ceñirse a la ley general del mercado, y la originalidad de una obra artística no puede ser más protegida que la de una patente, so pena de que el inventor decida que lo suyo no es invento sino obra de arte…

El airbag no puede copiarse sin poner una bolsa hinchable en el frontal de un coche… Un cuadro no puede pretender tener el mismo valor en lienzo del artista original que en cada una de las copias o fotografías que de él se hagan… Lo demás son solo extensiones cuantitativas del principio: “si no es menester viajar para ver la Mona Lisa, y sólo la experiencia de entrar físicamente en la sala del Louvre hace la diferencia, esa entrada se puede cobrar, y no la foto de la wikipedia”; y si se intenta cobrar, el conjunto de 0 y 1 se publificará en la “wakopodia”; y la canción o la película… Los que se han dado cuenta son ricos, como los primeros servidores de productos gratuitos en internet, al buscar su productividad alternativa en la publicidad (Yahoo); los últimos en este camino son , no se…

Son como los narcotraficantes: usan recursos económicos masivos para corromper a los que toman decisiones, consiguiendo que un elemento X tenga un valor económico injustificable desde ninguna perspectiva empresarial, con un fundamento teórico falso, y con un objetivo que exclusivamente beneficia a unos pocos y perjudica a casi todos (consumidores y los que con ellos conviven), bajo el amparo de una normativa moralmente obsoleta que sólo se sostiene por una mezcla de corrupción y fariseismo políticos.

SI el mercado se ocupase de esto, se acabaría el problema ya que el agua encuentra siempre su camino (“se agua, amigo..”).

Por tanto, he aquí mi opinión acerca del papel de la empresa: no debe perseguir fin ético alguno, sino la obtención de beneficio; y si se le permite perseguir este fin, obtendrá varios bienes éticos, acabando con privilegios injustificables, con miserias intolerables, con discriminaciones inconcebibles, con exhibiciones repugnantes de riqueza por parte de quienes no aportan nada ni saben hacer la O con un canuto ante una sociedad cuyos hijos megaformados lidian con el infratrabajo o el paro (por no hablar de los formados según la LOGSE, que servirán como chirimbolos publicitarios a lo sumo, a no ser que desciendan de Pajines o Chaveses- pánico me da pensar en el futuro profesional de “las niñas del exorcista”…).

Las empresas crean riqueza real, y eso es prioritario a su reparto social. Los que buscan limitar el mercado, quieren un trozo del pastel, independientemente de que exista o no, dándolo por supuesto, por que no tienen conciencia del trabajo del pastelero, y han sido políticos siempre.
Los que no son autores desde hace tiempo o sólo producen mierda que no quiere nadie, al mando de la institución que gestiona la propiedad intelectual, son como los políticos que no han sido nunca otra cosa, y se permiten dar por sentada la obligación de los ciudadanos de producir lo que ellos no producen, para esquilmarlo.

La riqueza, es realidad tozuda, no puede repartirse sin crearse, por lo que los que se ocupan de su reparto y culpabilizan a sus creadores, son unos criminales contra el que necesita de ese reparto social. Son los mayores obstáculos al bienestar del débil (o los mayores obstáculos a la difusión de la obra del vanguardista, si se me permite el símil)

Bip bip

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